Estar cerca de la Catedral de Sevilla y La Giralda, aportando un nuevo punto de vista y detalles desconocidos de la cara norte de la monumental construcción, en pleno casco histórico de la ciudad del Guadalquivir, es uno de los elementos más destacados de este establecimiento hotelero, cuyos cimientos se asientan sobre vestigios de alto valor arqueológico, como las ruinas de unas termas romanas datadas en el siglo I-II dC recuperadas e integradas estratégicamente en la arquitectura del edificio. El enclave tiene un valor arquitectónico esencial por haber sabido conjugar elementos clave de la iconografía andaluza con las tendencias de la arquitectura y el interiorismo contemporáneos. Proyectado a partir de la unión de catorce casas sevillanas, crea un anillo de circulación que registra los accesos a las habitaciones y se vuelca a un patio central descubierto, corazón del edificio, revestido por una gran pared calada ideada a partir de un grafismo ondulante basado en la sebka o lacería islámica. Las casas, cada una con sus singularidades, distintas alturas, escalas y formas de patio, conforman un mundo de gran riqueza espacial.